viernes, 26 de septiembre de 2008

ANECDOTAS DEL JARDIN “RAFAEL PAEZ”






El año de 1887, muchos prominentes miembros de la sociedad jerezana, sintieron seriamente afectados sus intereses, ya que el jefe político Rafael Páez comenzó a realizar las obras preparatorias para sembrar un jardín en la Plaza. Quienes vivían en derredor de la Plaza Tacuba estaban molestos pues se pretendía cambiar a los comerciantes a aquel lugar, con lo que se decía se le restaría hermosura a sus fincas, las que quedarían cubiertas por lonas y quitasoles burdos. A pesar de los obstáculos, a fines de ese año ya estaba terminado un acueducto de "cal y canto" que desde la calle de las Higueras y por el ala sur de la calle del Alamo llevara el agua para regar el jardín. De igual manera se estaban construyendo faroles para el alumbrado y sofás de hierro y madera. En tiempos de la colonia, aquí se encontraba instalado el cepo y el garrote para castigar a los maleantes. También se daban en ese lugar los sermones de cuaresma, así como la doctrina a los indios chichimecas de la recién fundada villa, porque los "grandes señores" conquistadores no se querían revolver con ellos, se optó por catequizarlos en esa explanada. Tiempo después fue utilizada como mercado; estaba rodeada de árboles, al centro había un kiosco de tosca sillería y unas bancas de cantera tipo sofás.
Don Porfirio Díaz, deseoso de conmemorar dignamente el centenario del inicio de la independencia, comenzó a hacer preparativos con bastante anticipación. Uno de sus proyectos fue mandar fundir más de un centenar de estatuas de Hidalgo y de alegorías diversas en talleres especializados, las cuales se repartirían en todos los estados del país. El Licenciado Francisco Román, ilustre tlaltenanguense, en su carácter de diputado solicitó varias estatuas, siendo contestada afirmativamente su petición llegando a Zacatecas dos de Hidalgo y cuatro ninfas (que representaban las estaciones del año).
Don Julio Soto, reconocido hortelano, cuidaba el jardín como preciada joya. Los andadores de arena eran regados contínuamente y en los prados arreglaba artísticos cerrillos en los que se combinaban espléndidamente magueyes, pedernales, piedras con formas curiosas, cactos, plantas cultivadas y preciosas flores. En 1893, aunque las condiciones económicas del municipio en sí eran malas, el Jefe Político que ya era don Pedro Cabrera, quitó el enlozado de piedra rosa para uniformar toda la amplia banqueta exterior del jardín. Tal vez las bancas que se hicieron originalmente resultaran muy endebles, pues en ese año "se reforzaron y pintaron 50 sofás de fierro colocados en el perímetro del jardín". El kiosco tampoco resultaba del agrado de los jerezanos, pues en el informe de Eugenio de Hoyo, quien fuera Jefe Político desde el 16 de septiembre de 1900 hasta el 31 de marzo de 1904, menciona que "se inició y concluyó el Jardín Grande". Una de las estatuas fue destinada a Tlaltenango, donde con mucha solemnidad fue inaugurada el 16 de septiembre de 1896. Por cierto la obra de cantería estuvo a cargo de don Damasco Muñetón. Tal monumento se encuentra en el jardín principal de dicho lugar. La otra estatua se destinó para Villa Hidalgo, pero por razones desconocidas ahora se encuentra en la ciudad de Pinos.
Las dificultades seguían, llegando a tal grado el enojo, que un día Rafael Brilanti mató el caballo del Jefe Político por disputas sobre el jardín. En los primeros meses de 1888 se emprendieron las obras con tal ímpetu, que Rafael Páez dice: "...en el centro se está construyendo un kiosco, desde marzo se le formó un octágono de 48 columnas de piedra de cantería que formó el zócalo del referido kiosco, en ese mismo mes comenzó a levantarse el pabellón de madera, fierro y zinc”. Indica luego que al jardín se le aumentaron 8 faroles y se le pusieron vidrieras a las 16 portadas del kiosco. Precisa además que para celebrar dignamente el centenario de la independencia, el 16 de septiembre se inauguraron 4 fuentes de metal de construcción extranjera, colocados en el jardín de la Plaza Principal. El jardín de aquel entonces no corresponde a la concepción que tenemos actualmente de él: alrededor del kiosco, infinidad de macetas formaban los prados: en 1889, don Victoriano Ortiz, Jefe Político sustituto, informa que fueros colocadas 310 macetas y se construyeron 2 prados. El perímetro fue enlozado, utilizándose para ello 740 lozas. Al lado oriente se colocó piedra rosada y en las otras alas, piedra negra (de metate). También se transplantaron 8 naranjos grandes y 16 chicos. Se compraron 8 linternas importadas para el kiosco, así como 108 macetas más.
Las ninfas fueron conducidas a Villanueva para su colocación en los cuatro puntos cardinales de la plaza. En los últimos días de 1896, don Pedro Cabrera, aún Jefe Político de Jerez, solicita al Ayuntamiento villa nóvense le ceda en carácter de préstamo una de las alegorías, para colocarla en el jardín mientras transcurren las fiestas de primavera.
La ninfa es prestada, y precisamente la representación de "La Primavera", misma que fue motivo de admiración durante las fiestas de 1897. El Jefe Político era ya don Manuel Llamas y se hacía de la vista gorda cuando le solicitaban la devolución de la pieza. Afortunadamente no fue necesario devolverla, puesto que en la antigua Villa de Gutiérrez del Aguila, el Cura Roberto Serrano, se había subido al púlpito con todas las facultades de su investidura y arremetió furioso en contra de las "semidesnudas e infernales creaciones que son una satánica afrenta a las buenas costumbres de la sencilla gente del pueblo, instándolos con su vista diaria a la pecaminosa concupiscencia".
Las autoridades tuvieron que quitar tan "inmorales" representaciones, ignorándose a la fecha cuál haya sido su destino. Tal vez formen parte de un jardín particular, estén olvidadas por ahí o hayan sido destruidas. "La Primavera", la cual ahora es parte esencial de Jerez, en no pocas ocasiones se salvó de sufrir idéntica suerte, amenazada por "Pías Asociaciones" que veían podredumbre e inmoralidad donde solo hay arte y belleza. Don Eugenio de Hoyo en su libro "Jerez el de López Velarde", nos da una vívida descripción del jardín a principios de siglo: "...existieron macetones alrededor del kiosco con claveles, pensamientos, alfombrillas, malvas, betulias; había también árboles frutales como naranjos agrios, manzanos, peras, chabacanos y granados, no faltaban los cedros que don Julio Soto convertía en variadas y hermosas figuras: esferas, palomas, cilindros y canastas. Se encuentra que en alguna ocasión don Pedro Cabrera envió a doña Carmen Romero Rubio de Díaz, esposa de don Porfirio Díaz, un rosal de Jardín Grande, con cinco mil flores en botón...". Durante las violentas contiendas de la revolución y el agrarismo, el jardín, lo mismo que muchos edificios públicos, sufrió la destrucción de sus prados y pisos, tocándole en la década de los veinte a Pedro, José y Jesús Juárez su conservación y remozamiento. De ellos se cita que "lograban bellísimos injertos en sus incomparables rosales”. En agosto de 1922, el ayuntamiento presidido por Evaristo Muñoz, determinó nombrar a partir del 16 de septiembre de ese año al jardín como "Rafael Páez" en memoria del preclaro jefe político que con energía comenzara la transformación de la plaza principal en un bello y elogiado jardín.
En los años treinta, en los andadores interiores se coloca un piso de ladrillo rectangular que no dura mucho. Cuando ocupa la presidencia de Jerez don Alberto Fernández, es cuando se coloca el mosaico "arabesco entrelazado de rojo y blanco que hacía juego perfectamente con la tonalidad del kiosco".
*Una anécdota muy conocida sobre el jardín es la siguiente: "...era una tarde del mes de mayo de 1945, cuando me encontraba en la mercería "La Flecha", de don Jesús Sotelo. Estaba yo ahí con el propósito de cobrar una letra de cambio; encontrábase también un señor de aspecto respetable y elegantemente vestido, agente de ventas procedente de la ciudad de México. El y don Jesús se encontraban en amena charla. Deberían ser como las siete y media de la tarde. Quedé sorprendido al escuchar al referido señor: “Me habían dicho que Jerez era una ciudad muy bonita, tranquila y sumamente limpia; tal vez, pero me estoy dando cuenta de su enorme falta de cultura. ¿Cómo es posible que las autoridades permitan que la gente tienda su ropa sobre los arbustos y plantas en lo que supongo es le jardín principal?”. Yo inmediatamente quise intervenir en la plática para aclararle a ese señor que estaba en un error, pero me di cuenta que don Jesús con ese carácter tan especial que tenía, le seguía la corriente contestándole: “Efectivamente a mí también me disgusta bastante”. Pasó el tiempo, me liquidó mi letra. Para entonces el reloj marcaba las ocho de la noche. Don Jesús empezó a cerrar su comercio y me di cuenta que invitó a su amigo para que diera una vuelta por el jardín; el agente aceptó y yo dándome cuenta de la broma me fui con ellos; ya estando allí, cual no sería la sorpresa de este señor al comprobar que lo que él veía de la tienda no era ropa tendida, sino gran variedad de rosas de Castilla enormes, de hermosos y variados colores que llenaban totalmente los rosales, casi sin permitir ver el verde de sus hojas, era un espectáculo grandioso que este señor no podía creer. Se quedó callado sin articular palabra y se concretó únicamente a mirar aquellos rosales. Una risita burlona y de gran satisfacción se dibujó en el rostro de don Jesús Sotelo...". El 15 de septiembre de 1948, en el prado que está frente a la Presidencia, con una ceremonia especial, es inaugurado el monumento a "Ramón López Velarde", y el 17 de diciembre de 1949 se termina de colocar el piso de color rojo y blanco. Una de las finalidades de la "Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material" además de organizar la Feria de Primavera, era la de velar porque el jardín, donde se realizaba este magno evento, luciera lo mejor posible. Detalle curioso es lo acontecido en 1959, cuando el Presidente Municipal Domingo Dorado ordena a don Luis Acosta (La Brillosa) pintara la barandilla del recién construido kiosco. Acosta obedece, pero como no le proporcionan pintura, utiliza los sobrantes que él tiene de los carteles que elabora para el cine. Minuciosamente pinta varilla por varilla de diferente color, quedando el kiosco como "carrusel": de muy vívidos y variados colores. En 1959 son colocadas 24 lámparas mercuriales en el jardín, lámparas que proporcionan bastante iluminación. Tradición era la de cerrar el jardín durante la cuaresma, para poder revitalizar plantas, abonar los prados, hacer las reparaciones y limpieza necesarias. Tal costumbre sólo fue interrumpida en 1995, ante la inconsciencia del munícipe en turno. Al fungir como presidente -por primera vez-, el Prof. Benito Juárez García, es cambiado el alambrado que circunda el jardín, por un enrejado artísticamente trabajado y es el que hasta la actualidad persiste. Además se le dota de sonido ambiental, con lo que es más agradable la estancia de quienes gustan visitar el jardín. Esto fue en 1979. En 1982, el Patronato de la Feria, presidido por Rafael Arguelles y el Ayuntamiento Municipal, emprenden una obra que sería bastante criticada: un remozamiento total y a fondo del jardín. Se remueve el piso de mosaico y se coloca uno de adocreto negro, tapando las acequias para darle mayor amplitud a los andadores. Las bancas de madera son cambiadas por metálicas. Inexplicablemente la misma persona que como Presidente Municipal emprendió con mucho entusiasmo la renovación, al ocupar nuevamente la presidencia, deja al jardín en el más completo de los abandonos permitiendo se utilice como pista de baile. En entrevista que don J. Jesús Félix hiciera a don Chema Pinedo, en noviembre de 1941, referente al jardín, platicó lo siguiente:
"Fue el año de 1887 cuando se efectuó la construcción y el embellecimiento de este bello jardín, por el Jefe Político de aquel entonces, C. Rafael Páez, muy querido del pueblo, por cierto. Los trazos y planos fueron hechos por el Sr. Lic. Don Fernando Sansalvador. La construcción de los prados y plantación de naranjos, rosales e infinidad de plantas, estuvo a cargo del Sr. Don Julio Soto. El ornato de madera del kiosco, lo hizo el Sr. Andrés Viur, de nacionalidad alsaciana, que dominaba perfectamente los idiomas francés, español y alemán. Ayudaron al Sr. Viur en esta obra los carpinteros y tallistas jerezanos Bibiano Trujillo y Severo Revilla. La pintura de dicho kiosco estuvo a cargo del pintor Jesús Gámez”.
En otros apuntes encontramos referencias al jardín en el primer cuarto de este siglo:
"...También desmantelaron todo el techo del kiosco y lo arreglaron y pusieron alambre alrededor de jardín, pintaron las fuentes: la que está frente al palacio municipal de colores naturales. Se veía muy bonita con su túnica azul, la cara y las manos color de la gente, la jarra y las copas doradas, y el ceñidor también dorado, pero hubo protestas porque había quedado "indecente". Esto fue en 1925. Entonces en el jardín reinaba una completa oscuridad, pues la luz eléctrica (cuando había) los pocos focos parecían naranjas sostenidas por manos invisibles, así que los diferentes grupos o "palomillas" nos identificábamos con puros silbidos, los músicos tenían su contraseña especial "Olímpica". Para hablar con la novia era aquel de "¿Dónde estás, dónde estás que no te veo?" y luego "¿por qué no vienes?" todo chiflado. Entonces únicamente se acostumbraba a regalar ramitos en las serenatas, unos primorosos ramitos de flores diminutas que vendían a dos por cinco centavos, después empezaron a traer gardenias a dos por 5 centavos; pero el ramito era como un cierto lenguaje: si se lo prendía la muchacha con lo de arriba hacia abajo, quería decir "busco novio" y su hacia arriba "tengo", si lo conservaba en la mano y contestaba con otro seña que correspondería al cariño que se le brindara..." Los prados grandes del jardín forman un trébol de cuatro hojas, mirando hacia cada punto cardinal, cuyo centro es el kiosco, mismo que es circundado por trece bancas y trece prados pequeños tras ellas. Entreverados entre los prados grandes se encuentran las fuentes, flanqueadas por 7 prados en miniatura, luego 7 bancas y después 7 prados más grandes, en los que campean los rosales perfectamente. Para bastantes generaciones de jerezanos este jardín ha sido el inolvidable marco para encontrar a su "media naranja". Tradicional era "dar la vuelta" por sus andadores y bañar con confeti y serpentinas a aquella damita motivo de nuestros sueños. ¡Cuánta felicidad encontrábamos cuando aceptaba como romántica ofrenda y entre tímidas risas una blanca gardenia! Los tiempos cambian, sin embargo, siempre volveremos al lugar predilecto de nuestras reuniones. Y disfrutamos al ver como corretean nuestros vástagos alrededor de nuestro morisco kiosco, mientras los seguimos vigilantes aposentados en alguna banca y disfrutando de unas bien tostadas semillas de calabaza.

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